9 de junio de 2007

El Isla

El tiqui tiqui tiii, tiqui tiqui tiii
desbordaba el ambiente festivo
Cada espacio se llenaba vibrante
con dieciocheros sonidos

La ciudad bullía resplandeciente
presurosos rostros sin nombres
danzaban por senderos de cemento
la ciudad tricolor plena de festejos.

El, observaba distante
desde su ventana-guarida
lejos los murmullos, lejos los ruidos.
Cerca la soledad de agrio silencio.

Asociaba distante pensamientos furtivos,
su ser anónimo lleno de lejanía.
Amargura en el pecho oprimido,
Sombras custodios de agobio molesto.

La decisión fue tomada
en plena impotencia.
La rivalidad, la maldad, llena de competencia,
le hizo crear su Isla Desierta.

El espacio desierto, por tal invitaba,
a ser habitado.
La lúdica fiesta,
por los intersticios se colaba.

Los semáforos le guiñaban los ojos,
el rojo, le frenaba sus pasos;
el amarillo, le alertaba de riesgos;
el verde, lo instaba a partir presuroso.

Su corazón, inquieto deseaba,
una amable caricia,
con calor y frescura
en un tierno contacto.

Sacudió la impotencia,
acomodó en un rincón
la rivalidad, la maldad, y la competencia.
Hincho el pecho oprimido,
sintiendo el crujir de las resistencias.

Miro de frente sus ojos,
un pálido brillo, asomaba en el fondo.
Observó un tímido esbozo,
de sonrisa ansiosa de goce.
Acomodó su imagen,
hace tiempo olvidada.

Con mano firme giró la manilla, abriendo su puerta,
miro hacia atrás, observó agradecido,
agradeciendo el cobijo.
Una incierta alegría cerró la puerta.

Y así decidido, a la calle salió.
Salió a beberse la ciudad olvidada.
Salió a gustar los placeres guardados.
Salió a llenarse de fiesta querida.

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