Cuando juego en mis noches vacías
a contarme cuentos de princesas
tú no estas ahí, andarás volando
entre las horas del tiempo.
Entre segundo y segundo
se despliega un extenso
y blanco silencio,
incapaz de crear tu recuerdo.
Las horas pasan y pasan
hasta que me sorprende el alba;
tampoco el dorado sol
hace que estés presente.
A mi lado, el papelero lleno,
lleno de estrujados papeles,
y en ellos descubro si,
tu imagen arrugada.
El sol llega pleno,
a mi noche vacía,
iluminando el alba
de mi alma recién nacida.
9 de junio de 2007
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